El tanto hacía presagiar un buen encuentro, pero la realidad es que no fue así. El Robres y el Caspe demostraron muchas carencias en San Blas. La primera mitad estuvo marcada por el dominio local, que disfrutó de más llegadas frente a un rival que prefería defenderse y fiar a Barriendos y Burillo el peligro en ataque. Precisamente el bagaje ofensivo de los visitantes en este periodo se redujo a dos disparos de Burillo al contragolpe.
El técnico caspolino realizó dos cambios de entrada en la segunda parte y los visitantes se adueñaron del centro del campo y ganaron terreno en ataque, aunque sin crear demasiado peligro sobre el área monegrina. En especial, la entrada de Carlos Gil en el terreno de juego dio aire y brío al Caspe. El menudo centrocampista disfrutó de una buena acción para marcar con un disparo desde la frontal en el 66. Era lo poco que permitía un Robres bien plantado en defensa, pero poco fino en los últimos metros.
En el tramo final del partido, el Caspe se volcó sobre la portería del Ribas, pero no logró el empate. La revolución de Manu Tena en el Robres salió bien.